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Hemos visto el resurgir de este tipo de iluminación clásica; hemos visto cómo mezclar grandes lámparas de araña de cristal con piezas mucho más contemporáneas. Hemos visto también pantallas tubulares plateadas que escondían una lámpara de este tipo en su interior y, ahora, de la mano del decorador Christophe Périchon, vemos cómo conseguir el contraste óptimo para una estancia clásica, con molduras paredes y techos y suelos en espiga.
Un cubo de metracrilato amarillo envuelve esta lámpara, y la pone en consonancia con el mobiliario de almacenaje, retroiluminado con fluorescentes.
Lo nuevo y lo viejo se dan la mano a través de una idea fácilmente adaptable y que puede dar todo el protagonismo a esa lámpara que tenemos en casa y que no acaba de ser tan fantástica como quisiéramos.
¿Qué tal se presenta el sábado? Que lo disfrutéis!
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